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Tengo bronca, tengo tiempo, por eso canto no creo en cuento...

  • Foto del escritor: EmaBlogger
    EmaBlogger
  • 24 may 2019
  • 4 Min. de lectura


Pongámonos del lado del malo de la película. Seamos la persona que ocasiona una tristeza, que rompe el corazón de alguien, que lleva la culpa de saber que al otro lado, existe alguien que llora nuestra partida.

Las razones pueden ser miles, muchas justificadas, otras no tanto, pero el fin es el mismo, hay alguien que queda herido.

No vamos a estar con alguien por pena o por evitar sentir culpa, como tampoco vamos a dejar a alguien porque si. Eso sería justificar un rompimiento por aburrimiento, y uno se aburre de un juguete, no de una persona, a menos que ese sea el concepto que se tenga de la ex pareja... no dice muy bien de ti. Dejar de sentir amor por alguien es razonable, es algo real, pero aburrimiento no.

La primera vez que escuché la canción de Madonna que suena de fondo mientras escribo esto, me hizo conocer una faceta del amor que no conocía. NO pude entender como es que alguien puede armar una careta en la vida para empezar, y después como es que alguien puede usar esa careta para conseguir algo. En una relación estas con una persona, tu y alguien más, ¿como vives pretendiendo ser alguien que no eres?, ¿cuánto tiempo puede ser sostenible esta farsa?, ¿con qué objetivo haces esto?. Me di cuenta que en la vida real, muchos llevamos caretas o máscaras casi todo el tiempo, y asumir esto me dejó una gran tristeza. Es cierto que soy yo, es cierto que tengo buenos y malos pensamientos, es cierto que alguno de esos pensamientos llego a ejecutarlos, es cierto que gran parte del tiempo me dedico a pensar y no ejecutar y es cierto que tengo miedo a hacer un montón de cosas por miedo al montón de cosas que sucederían después. Es real y lo asumo. Sin embargo, ¿como puedo decir que soy yo, si quien está delante del resto es otro alguien que he ido creando a lo largo del recorrido para que sea más aceptable o mas sobrellevable?. He ido moldeando mi presentación a prueba y error. He aprendido que es mejor decir una cosa y callar otra y he aprendido que ser fiel a uno mismo puede traer muchos momentos de soledad. Dependiendo la etapa en la que uno se encuentre, tiende a valorar más la aprobación de los demás, sin embargo, aprendí que es muy lindo llevarse bien consigo mismo primero.

Sin caer en soberbia y sin jamás pensar que lo que uno es esta bien y punto, prefiero verme como un proyecto, que ya pasó la fiesta de mascaras, que ya no quiere necesitar ponerse algo encima la cara para algo o por algo, no por hipocresía, esa mascara si que nunca pude aguantar ni llevarla ni que me la muestren, sino porque en la construcción de este edificio llamado vida, las experiencias dejan su trazo, los buenos momentos dejan colores, y los malos dejan grietas que debo arreglar, pero siempre pensando que todo puede mejorarse, y que las bases son lo suficientemente fuertes para no derrumbarme, caso contrario, seria esa edificación en construcción por siempre, y no aquella que mejora, que evoluciona. Empezar de cero en cada epifanía, sobre un tema en específico, es una de las mejores sensaciones del mundo.

Ve que la linea es muy delgada entre ser fiel a uno mismo, en todo el sentido de la palabra,sin filtros, sin medida, frente a ser alguien que puede sobrellevar el mundo y sus alrededores sin estar presa 50 veces al año. Creo que es el llevar un equilibrio lo que nos mantiene firmes, donde el filtro no es sinónimo de hipocresía sino de prudencia, y el ser fiel a las creencias de uno mismo si sea una firme pared donde los valores no se negocian, por nada ni nadie.

En esta constante edificación, revisión de cimientos, arreglos generales, he notado que hay cosas que ya no dejo de lado, y hay materiales que prefiero tener a mano a desechar porque ocupan espacio. Entre ellos, no desecho al amigo que me dice la verdad, aunque duela. No desecho un buen consejo, especialmente si es de alguien que quiere bajarme de las nubes. No desecho un abrazo, y no desecho algún momento en el que mi corazón necesite desahogarse. No desecho la oportunidad de darle un beso a mi esposo. No desecho una canción que me habla, y no desecho el momento de acariciar a mis gatos. Tener en cuenta que acá estamos de paso, y que en nuestro velorio solo estaremos como un cuadro, hace que reformulemos el cómo vivimos para nosotros, contigo y con el mundo. Aquellas mascaras que usamos anteriormente, aquellas capas que nos pusimos como protección y todas las mentiras y verdades que dijimos si traerán un resultado. Todas estas pruebas y errores que cometimos, nos trajeron aquí. Nadie te enseña como vivir, pero si se espera que en tu estadía en el hotel llamado vida hagas el menor daño posible a cualquier ser, y que te lleves bien con esa compañía eterna, tu mism@, para que así tu seas un puente de lo bueno y no un bloqueo en la vida de los demás. Ser puente te pone en un estado de servicio, y si, dando también se encuentra el verdadero tesoro. Si encuentras ese alguien que complementa tu felicidad e intensifica tus ganas de vivir más de las que tenias estando en tu propia compañía, sientete bendecido. Esperemos que el final del cuento sea al menos algo digno de leer, y no de lamentar.

Esto que escribo, inició con una hermosa canción de Madonna que encontrarán a continuación,



sin embargo, creo que es importante hacer un nexo, un "puente" a la canción con la que en esta oportunidad quisiera cerrar este escrito, y es de los Cafres. En una canción que si fuese una persona, la abrazaría muy fuerte, la haría mi mejor amiga.



 
 
 

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