Hubo un tiempo que fué hermoso, y fuí libre de verdad...
- EmaBlogger
- 16 ene 2020
- 3 Min. de lectura

Siendo que los momentos pueden ser concebidos como pequeños tiempos, espacios cortados por la vida, lo que va y viene, es innegable que existen muchos tiempos cortos que pueden llegar a sentirse eternos, aquellos guardados en la retina, como la sonrisa de tu madre, o el abrazo de despedida que espera un reencuentro. Esos tiempos no se cortan, creo, son mas bien reasignados a una nueva clasificación: la eternidad.
En estos mal llamados pequeños espacios, se nos permite proyectar en nuestros corazones ciertos salvavidas, como una pequeña caja con la leyenda "usar en caso de emergencias". Y siendo que en la vida cotidiana, las emergencias son diarias, como esa canción que sonó al fondo, o un perfume que huele a recuerdo, o el simple hecho de no dejar ir aquello que nos hizo sentir bien, esa cajita de emergencias puede llegar a ser mas usada que el omeprazol diario, y ahí, estamos enfermando aquello que necesitamos cuidar y curar.
Los recuerdos eternos, esos que están grabados en piedra, pueden muchas veces ser bálsamos para el alma, o pueden ser un constante apuñalamiento, eso ya depende de nosotros, por más increíble que sea. El como concebimos los momentos en nuestra mente, en nuestro corazón, nuestro punto de vista y lo que vivimos en este preciso momento también se quedará grabado. Hasta cierto punto, es una gran responsabilidad: archivar un momento en la mente cargado de emociones positivas o negativas, generará en nosotros y en nuestra caja de emergencias justamente esa sensación y será el alimento que demos a nuestro espíritu en ese momento.
Aquello que consideramos una emergencia puede hacernos mucho daño si no sabemos usarlo con inteligencia. El aferrarnos a la caja de emergencias es seguir respirando hacia un pasado, cuando el futuro se siente ahogado. Vivir en lo que fue y no dar cabida a lo que sera por constante comparación hacia lo que vivimos anteriormente, nos convierte en seres malagradecidos con la vida, con las nuevas oportunidades, con los nuevos aires que permiten tallar nuevas emociones y con ellas complementar y enriquecer las ya vividas.
¿De qué sirve respirar o sentir el corazón latir si nuestra mente no nos permite avanzar?, si nosotros decidimos no avanzar?. Así como en el amor, son hechos y no palabras, debemos amarnos y decidir que camino tomar.
El decir mucho y no hacer nada es hacer un hueco mas grande, con nosotros en el medio, echándonos tierra en la propia cara. Es por ello que debemos asumir la gran responsabilidad de ser más exquisitos con nuestros archivos, con nuestra caja de emergencias.
Mientras escribo esto, decido guardar en mis archivos un recuerdo que fácilmente podría ser catalogado como algo triste, como no poder ver a tu familia, o verla tan solo unas cuantas horas cuando el plan estaba escrito de diferente manera. Cuando recuerdo los abrazos de despedida en pre embarque, siento el cariño, puedo decir un te amo y es ahí donde entiendo que el objetivo esta cumplido: estuve ahí.
Ya en el avión, decidí guardar este momento en mi corazón con inteligencia y como lo que es, una anécdota más en esta pequeña aventura llamada vida.
Los momentos no los escogemos en la mayoría de las veces, las oportunidades de vivir se nos presentan como estrellas fugaces que nos emociona observar y formar parte de su trayectoria. Depende de nosotros sonreír al verlas pasar o sentir pena por no poder quedárnosla.
Las despedidas siempre fueron dolorosas para mí, es algo que hasta ahora no puedo desclasificar para ponerla en un archivo mas llevadero. Mi mente grabó pena y lágrimas al decir adiós y por más que trate, no dejo de sentir ese vacío en mi corazón. Sin embargo, justamente porque tengo que ser hechos y no palabras incluso conmigo misma, cada que siento ese vacío, agradezco a Dios por el momento vivido, que queda en la eternidad de mi retina, y sonrío por haber presenciado el trayecto de esa estrella fugaz , por estar, por haber vivido y seguir viviendo.
Mis archivos quedan intactos, mis eternos siempre en mi corazón y mi caja de emergencias siempre a disposición, pero decido cargarlos no como algo pesado, sino mas bien ellos me llevan como neumáticos en todo mi viaje, haciéndolo siempre mas ligero.
Te invito a escuchar este hermoso himno, que siempre abre mi caja de emergencias, y me hace sonreir.
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