"Del mismo dolor vendrá un nuevo amanecer".
- EmaBlogger
- 11 ene 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 23 abr 2019

Recuerdo muy bien la última vez que lloré por alguien. Era una tarde soleada, yo estaba resfriada, y se había llegado unilateralmente a la conclusión que la relación no iba a avanzar más. Quien tomó la decisión de no seguir mas no fui yo, sin embargo, la persona que terminaba todo era la que más lloraba. Eso me llamó mucho la atención siempre.
Tras irse, dejó atrás una caja con mis pertenencias, que no eran mas que unos cuantos dvds, chompas, un anillo que era idéntico al que yo llevaba, unos cuantos regalos que le hice, y sobre todo, unos cuantos años de promesas que no llegaron a nada. Sé lo que es sentir dolor físico como extensión de un dolor sentimental, y sé como se siente un dolor en el corazón, de manera textual. Sé también lo que es sentir el peso del sufrimiento en tus rodillas hasta caer y sé lo que es llorar hasta secarse.
Todo esto, todo lo que uno tanto teme pasar cuando se enamora, lo he pasado. Puedo decir que el dolor es uno de los sentimientos mas malagradecidos. Llegué a pensar que Dios no existía, y que lo que viví fue una mentira. Puse en duda mucho de lo que tenía como innegociable, y sobre todo, me daba pena, mucha pena, yo misma. Sentí que mis pensamientos se empañaban por una neblina muy espesa, no me dejaba ver nada con claridad y empecé a escribir muchas cartas tratando de sacar esto que tenia encima y dentro mio que me mataba por dentro. Jamás las escribí con la intención de enviarlas, pero al menos me permitía exteriorizar de cierta manera aquello que me agobiaba.
Lo que más tristeza me causaba de todo esto, era yo misma, nuevamente, dejándome llevar por esto que no podía controlar, que ya había pasado y que no aceptaba. No encontraba nada mas personal que el rechazo mismo, no podía salir de la idea que algo malo había en mi, pues otro alguien decidió ya no estar más conmigo.
No era la ciudad, no era el boliche, era yo. Y esa idea me acompañó mucho tiempo, más del que hubiera querido que esté conmigo, y lamento mucho haberme permitido eso. Quizá si hubiese sabido sobrellevar mejor este fantasma llamado dolor, hubiese podido disipar la neblina para seguir viviendo sin tener que compartir mi departamento con fantasmas que ni alquiler me pagaban, los dejaba vivir conmigo a sus anchas. Abracé el dolor y lo hice mio, en cada latido, y en cada pensamiento asumiendo que era lo más saludable, y hasta cierto punto lo es, hasta que empieza a perjudicarte en el día a día, como en el trabajo, en la casa, con la familia. Cuando el dolor empezó a perjudicarme al punto de casi perder mi trabajo, fué cuando me avergoncé conmigo misma, y me pedí perdón. ¿Como es posible que me deje estar así al punto de olvidarme de mí misma?. Es ya meterle sal a la herida de manera voluntaria. Curar la herida siempre empieza por desinfectarse, y eso siempre duele. Limpiar el dormitorio, la casa, la oficina, y la vida, es desinfectarte. Limpié mi lista de amigos, boté regalos, armé una caja y ahí puse todo lo que le pertenecía. No tuve el valor de dárselo yo misma, así que pedí a un amigo que lo hiciera por mi. Fue una de las mejores cosas que hice. Y sentí cada vez más que no lloraba por quien se fue, sino por quien se quedó. Se quedó aquella que soñaba, que anhelaba, que visualizaba una vida distinta a estar llenando una caja de regalos, un anillo y muchas cosas sin decir, sin embargo, me sentí mas aliviada. Para llegar a eso he tenido que decidir querer sentirme mejor, y sacar fuerzas de algún lado para continuar, y, querer quererme a mi misma, a pesar de que haya alguien que ya no lo haga. Es lo menos que me debo. Todos los días me llevo, me traigo, veo, escucho, siento, como, duermo, pienso... me debo esto de aceptar lo que no puedo cambiar, y aceptar que necesito crecer, conmigo misma de mi mano. Pensar en el por qué, o buscar razones, o tratar que la otra persona se arrepienta de su decisión es no darte el valor que tienes.
Ponerte a competir con la nueva "amor de su vida", viendo si es mejor, peor, igual, si su familia la quiere mas a ella que a tí, o rezar para que les vaya mal en la nueva relación es no quererte a tí. Dejar ir, dejar ser, es uno de los actos de amor más puro a nosotros mismos, es saber decidir sobre aquello que suma en nuestra vida, aceptarlo y hacerlo nuestro, y restar todo aquello que nos evita ser mejores personas, que nos evita crecer. "Se levanta, se limpia la herida, se seca seca las lagrimas, sonríe nuevamente a la vida" es una frase de poder, es un abrazo al alma. Hay que darnos minimamente la oportunidad de ser felices, nuevamente. Créeme, es posible.
"Separarse de la especie por algo superior, no es soberbia, es amor".
Te invito a escuchar este himno nacional... Cerati genio.
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