Lentamente desvanezco y uso el viento de pretexto...
- EmaBlogger
- 27 ago 2019
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 2 sept 2019

Esto que escribo no me es fácil de desarrollar. En realidad, nada de lo que escribo proviene de algo fácil, algo que pueda pasar desapercibido. Lo fácil para uno es imposible de sobrellevar para otros, así que ese concepto, así como la felicidad, es muy difícil de desglosar, sin embargo, en esta oportunidad, aseguro que no me es ni grato, ni "fácil", de hecho es doloroso, así que aquí voy.
La ultima charla que tuvimos fue amena. Estoy segura de esto, nos despedimos riendo, recordando momentos donde ella pensaba que yo era una tipa seria y poco amigable, y yo pensaba que ella era insoportable, desde la voz. ¿Cómo nos volvimos amigas?, pues por las mal llamadas casualidades de la vida: en realidad ella y yo estábamos destinadas a ser amigas, de esas eternas. Su voz de corneta, que acompañaba a todo pensamiento que le venía a la mente, así sin filtro, podía complementarse con largas noches tomando vino mientras escuchábamos mis discos, hablando profundamente sobre nuestra corta vida.
Siempre llegábamos al tema de pareja. Siempre. Y era porque parte de la diversión era poder desahogar nuestro nerviosismo mientras vemos a ese alguien, mientras estamos con ese alguien, o si ya queremos dejar a ese alguien. El alguien era parte importante, y era necesario, al menos para ella. La aceptación de ese alguien la hacía sentir importante, aceptada, y no la culpo, conozco esa sensación.
Alguien empezó a tener nombre, presencia en la casa, en su vida. Empezó a volverse necesario, y también fue tema de charla y auspiciador oficial de alguna lágrima, pero las peleas se encontraban dentro de "lo normal": malos entendimientos, susceptibilidades, malos humores, pero todos terminaban en una majestuosa solicitud de perdón por parte de quien empezaba el berrinche. La verdad estaba muy feliz por ella. Su sonrisa era contagiosa.
Es gracioso como nos detenemos a analizar los problemas, y vamos pasando parte por parte los aspectos importantes de la vida como capítulos: amor, trabajo, salud, familia. Haciendo un check list y sintiéndonos mejor cada vez que evaluamos los aspectos, para posteriormente darnos cuenta que de 4 estamos bien en 3, o en 2, incluso en 1, pues nos da esperanzas.
Ese check list era clásico en nuestros encuentros, ya la estoy escuchando decir: "A ver amiga, vamos por partes, ¿como andas en el amor?, después vamos a la familia, para así llegar a salud y después al trabajo, no nos empañemos la noche hablando mucho de trabajo".
Aparentemente, todo iba bien. Las risas que llegaban tras los vinos, los hipos después de comer que también hacían reír y hablar mal de quien nos caía mal, como si así lográsemos cambiar a la persona, o a nosotras mismas viéndonos reflejadas en un agua que jamás beberíamos, eramos felices, al menos, eso pensé.
Nunca se me pasó por la cabeza que algo andaba mal, ella misma me decía que era feliz, que si bien la vida a veces era algo dura, se sentía bendecida por lo demás, en el amor ese alguien dejó de ser alguien, disfrutaba su soledad, se conocía mejor, y se llevaba mejor con su familia. Sobre el trabajo, había decidido abrir una tienda. Juntó dinero y pidió prestado un tanto a un familiar cercano, quien se lo prestó sin dudar un segundo, y sin cobrar interés. En resumen, sus sueños se convertían en realidades, ella siempre quiso ser dueña de su vida, mas nunca leí bien entre líneas, que ella también quiso ser dueña del momento en que la terminaría.
La última vez que nos vimos, nos abrazamos como siempre, reímos como siempre, hablamos como siempre, desahogamos nuestras frustraciones y vimos qué estábamos haciendo para mejorar aquello que no nos gustaba. Era su mejor amiga, era su diario, ese que escucha y responde, ese que no tiene llave, jamás se abre. Esa noche tomamos un vino de mas, hablamos sobre el futuro, sobre aquellas personas a las que quisiéramos ver cuando nos vayamos de este mundo, empezamos incluso a pensar en las canciones que nos gustaría que toquen nuestros seres queridos cuando estemos bailando allá arriba con Bob Marley, el propio Bob. Reímos imaginándonos hablando con él y tratando de explicarle todo aquello que se perdió desde que se fue, y el gran enojo que sentiríamos de no tener a mano Google o Spotify con un buen par de auriculares. "Si eso no hay en el cielo, no sé a que iríamos amiga", me dijo. Asentí con la cabeza varias veces sonriendo y le sugerí que vayamos escribiendo una carta a Dios sobre todo aquello que quisiéramos que haya en el cielo, como a Papa Noél pero rotulado: Querido Dios. Sonrío escribiendo esto mientras algo dentro mio llora.
Al despedirnos, nada señalaba alguna alerta, toda la charla anterior fue producto del vino y la imaginación, y tras terminar nuestras respectivas cartas, empezamos a sentirnos tan vivas, tan agradecidas de respirar y de tener la libertad de poder reírnos acerca de un mundo ideal donde uno le escriba a Dios sobre la necesidad de Campari y música en el cielo. Nos abrazamos como siempre y cada quien se fue en un taxi distinto. Le pedí que por favor me escriba ni bien llegue a su departamento, y así lo hizo.
Pasaron dos semanas, no tuvimos más comunicación más allá de uno que otro "like" en redes sociales, pues el próximo encuentro sería eso: próximo. Recibí una llamada, era su hermana. Me dijo que debía ir, nada mas. Sentí un frío en el pecho, un golpe. Mi cabeza empezó a ser mas pesada, algo no estaba bien. Llegué, abrace a su hermana, y ambas lo sabíamos, no pudimos decir palabra alguna. Pude preguntar entre sollozos: ¿quien fue, qué paso?, a lo que me respondió: "Fue ella, se fue". No, me niego a creer que esto sea así, que ella se haya despedido de este mundo consciente de que no volvería más, con sus propias manos, no, no lo voy a aceptar, ella estaba feliz cuando nos vimos. Si algo hubiese pasado, algo grave, me hubiese llamado, me llamaba para que le ayude a escoger algún vestido o cuando andaba caminando feliz por la calle con el cheque recién cobrado, o me dejaba audios cantando "You oughta know" a las 3 de la mañana, seguido de un "te extraño amiga, salud". Me hubiese dicho que algo andaba mal, pero no, no lo hizo.
Viendo la foto que su mamá decidió poner en el velorio, le hablaba en mi mente. Le preguntaba qué había pasado?, y así como alguna vez nos peleamos, le dije: ¿Como pudiste?, ¿Cómo pensaste que acabarían las cosas?, ¿Por qué no me llamaste, qué no confiabas en mí del todo?. Más que llorarla, discutí con ella en mi mente, y después la vi bajar en la tierra, y ahí fue donde caí en cuenta que ella, no me respondería más y lloré con todas las imágenes en mi mente, casualmente todas, riendo con ella.
Esa risa era genuina, lo sé, sin embargo habían lágrimas que nunca salieron por parte de ella. Supe que la estafaron en el negocio. Nada mas.
Retumba en mi memoria la frase "es mi sueño. ¿Te imaginas ser dueña de tu propia vida?". Quizá ahí debí intervenir, ¿pero intervenir a qué?, ¿intervenir a tan hermoso cuestionamiento, a tan hermosa añoranza?.
Nunca vi, y me siento culpable por ello, nunca lo ví venir. Quizá ella tampoco, quizá se sintió contra la espada y la pared, y decidió irse con la espada.
Muchas noches soñé que volvíamos a hablar, que le pedía explicaciones sobre su decisión, que pudo hablar conmigo siempre, pero quiero saber por qué no me habló ese día, por qué no pidió ayuda, pero no me da razón, solo canta "todo se me escapa, un paso mas allá". Nos abrazamos y me voy, segura de que nos volveremos a ver.
Espero volver a soñar con ella una de estas noches, para decirle todo aquello que hubiese dicho sin dudar, si la llamada hubiese habido, lo mucho que la quiero, algo que esta tan subestimado, que una no tiene todas las respuestas, incluso habiendo vivido mucho, la vida es una constante incertidumbre, es un juego donde se gana y se pierde, pero la idea es llegar lo más lejos posible, y que mejor que con personas que te quieran haciendo barra. Y si no sentiste esa barra cuando más la necesitabas, no significa que no están ahí. PEDIR AYUDA ESTA BIEN. ACEPTAR QUE ALGO NOS SOBREPASA Y QUE NO PODEMOS LLEVARLO MÁS, ESTA BIEN, pues a esta vida no vinimos a demostrar nada a nadie, mas que a nosotros mismos que nos podemos caer, y nos podemos levantar.
Te abrazo por siempre amiga, hasta allá donde ya debes haber hablado con Bob Marley, has debido recitar "I have a dream" al Dr. King y probablemente estés pensando que los vinos no fueron suficientes. Cuando nos encontremos trataré de llevar unos cuantos de contrabando y te contaré todo aquello que hice, contigo siempre a mi lado, tratando de avanzar por las dos.
Fuera de mi.
Comments