Its just Emotions...

Es muy fácil hablar cuando una es la que esta del otro lado, solo empatizando con quien anda llorando por las esquinas del Boulevard...así que hoy quiero escribir sobre lo que es estar ahí, contando las penas...

Cuando estuve ahí, en la Calle de las penas, solía escuchar quizá más música de la que generalmente escucho. Probablemente por querer sentirme acompañada, quizá estaba en búsqueda de alguna respuesta, pero creo que todo lo anterior se resumía en una necesidad de poder expresar lo que tenía adentro, así que buscaba aquella canción que hable por mi, porque yo no podía, me quebraba.

En esa búsqueda también deseaba encontrarme. Sentir que había perdido algo, a alguien en realidad era un duelo a esa persona y a cómo me sentía con su compañía, lo que pensaba, lo que quizá soñaba, y todo aquello que ya no sería mas, y probablemente ya no era hace mucho tiempo antes.

He paseado mucho, y me he sentido muy bien. Dejar que la herida cure, permitirme sentir eso a lo que tanto tememos, como el vacío en el pecho, o que nada consuela, nada llena, no es un salto a la nada, es un inicio de viaje, por un camino que debemos transitar, sin miedo y con la frente en alto.

Me refugié en muchas canciones, muchas letras, muchas frases. Sentía que ellas me abrazaban, no me dejaban sola, no me hacían sentir perdedora, sino mas bien me daban una frazada, y me invitaban a abrazar la tristeza, hacerla mía, y despedirla. Entre las canciones que mejor me trataron, se encuentra la que hoy te invito a escuchar. La guitarra es la puerta abriéndose a la casa de tu amiga, que sabe muy bien como te sientes, y te ofrece chocolate caliente. Es honesta, no dice que esta muy bien y que su cama suena y suena como cierta canción, no trata de demostrar que no le afectó, sino mas bien describe el momento exacto en el que hablas solo, en tu mente con eco, quizá a las 4 de la mañana cuando no puedes dormir y te preguntas ¿Qué estará haciendo?, ¿se acordará de mi?.

Sigue en la charla, tratando de obtener respuestas a preguntas que murieron en batalla, dentro de una guerra fría donde no hay ganadores, sino dos partes que deciden dejar de pelear por el mismo territorio.

Es verdad que da más bronca llorar por alguien que nos hizo daño, como si mereciera que l@ suframos, y también lloramos por quien se fue en buenos términos, pero debemos ser sinceros... lloramos por nosotros mismos. Nos encontramos en el momento que evitábamos de desesperanza, en esa esquina oscura, esa que genera una nube en los ojos que no deja ver un rayo de sol en un futuro cercano. El dolor nos vuelve malagradecidos. Lloramos porque no hay otra manera de poder vaciar el peso del dolor.

Las emociones nos toman y nos hunden, y no hay sentido mas alerta, ni mas sincero que aquello que no se puede describir, esa emoción. Ver a esa persona de lejos, encontrarlo casualmente en la calle y quizá ya acompañado, si, esa emoción, no tiene filtro, por más que tu cara dibuje una sonrisa clásica y doble, como para ocultar tu doble dolor, lo que sientes en el pecho no puedes describirlo, ahí esta y existe.

Tras tomar un vino, y llorar un poco con tu amiga la canción, quieres compartirla, quieres formar parte de ese conjunto de sonidos y sentimiento, y te la apropias, como eso que no puedes describir, que es solo tuyo y de nadie mas... y entre la canción y tú se crea algo mágico, una complicidad, un momento de honestidad pura y agradecimiento, por aquello que te permitió sentir, te permitió replicar lo que esta en el corazón.

Creo que en esta oportunidad, entrar en mayores detalles hace que la magia se vuelva menos sorpresiva, así que mejor te dejo con la es la excelente cómplice de esos momentos, mientras transites en la calle de la tristeza... Buenas noches.