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I walk through her hills cause she knows who I am...

  • Foto del escritor: EmaBlogger
    EmaBlogger
  • 6 feb 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 18 oct 2019



No se explicar el por qué el caminar me da cierta paz. En este paseo puedo ordenar mis ideas, desahogarme, soñar, contarme a mi misma algo que acaba de pasar solo por el hecho de poder hacerlo, pues, no tengo a nadie a mi lado, y muchas veces he sentido felicidad por eso.


En este caminar, alguien que siempre es cómplice es el lugar que recorres, son sus esquinas, el olor, los colores, el clima; son todos estos actores los que también forman parte dentro de esta parte de la película de tu vida. Esta compañera, esta amiga es una ciudad que llevo siempre en mi corazón, pues me vio como soy, sin moldearme ni juzgarme por andar riendo o llorando por sus calles, no fue dura conmigo y siempre andaba sorprendiéndome, por el rosa del cielo, el viento frió que me obligaba a ponerme un lindo abrigo, ese abrazo que transmitía mas que alegría de encontrarse, esa cercanía y el poder hablar el mismo idioma a cada paso.


Entre mis pensamientos, mis felicidades, se encontraba la idea que en ella, mi espíritu no se encontraba encerrado, nunca lo está, pero quizá sentí que en esa ciudad cálidamente fría era más libre. Es como estar en tu nido, es el lugar que haces tuyo, y disfrutas tanto, con amigos, con familia, con pareja, contigo mismo, es tuyo. Un lugar tiene vida, porque estas ahí.

Recuerdo muy bien haber estado caminando por una calle larga llena de luces, a un paso un tanto rápido, como todos, en esa mágica mimetización donde eres todo y nada, un numero mas en una calle mas al lado de alguien mas yendo a algún lugar mas, y me sentí libre, con las alas abiertas, con el mundo en la palma de mi mano, sin mas que 20 pesos en el bolsillo y muchísima riqueza en el corazón. No me cambiaba por nadie, y si bien he vuelto a sentir esto en otros lugares, uno siempre recuerda la primera vez.


Sentarme en la esquina y ver a la gente pasar, volver a pensar en el aquí y el ahora, este poder en las piernas, pies que obedecen y corazón que guía, es libertad para mí.

Fui una tierna amante de sus calles, exploradora de sus nombres y celosa de toda ella, pues era mía, y me entendía, era mi cómplice. La locura de mi cabeza fue despejada al volver al hogar, que se sentía lo mismo estar sentada en la mesa de mi casa, como en la Plaza Principal. Un cigarro solo porque los demás lo hacen, y me gusta como se ve en los demás, y porque quiero hacerlo, un chicle para sacarme el sabor del cigarro, un abrigo, zapatillas negras, un par de jeans y una bufanda... no es mucho pedir como material para recorrerla mientras sonríes.


Pude tocar el cielo y pude ver a Dios muchísimas veces en luces y vientos, en pájaros y hojas secas en el piso, y sentí bienestar y paz en el corazón, pues no hay nada mas lindo que sentirte en tu lugar, en ese momento de tu vida. Contarle mis secretos y llorar de alegría, escaparme para comprar una empanada, tomar un café caliente, agradecerle por un hermoso amanecer

fueron varias de las cosas que hicimos juntas.


No se si ella lo sepa, creo que nunca se lo dije, pero a pesar de haber conversado tantas veces, siempre pensé que esta canción era un relato de nosotras, esa ciudad y yo, en nuestra conexión con el mundo y entre nosotras... gratitud siento por haberte conocido, bendición por haberte caminado y mucha emoción cuando pienso en tí, lindo, frío y misterioso lugar, para tí Under the Bridge.



 
 
 

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