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Chofer deténgase, que yo me bajo aquí...

  • Foto del escritor: EmaBlogger
    EmaBlogger
  • 4 oct 2019
  • 4 Min. de lectura


Cansada de estar cansada, tras haber dormido quizá mas de lo que dormiría cualquier madre o padre primerizo, teniendo al alcance un grifo con agua limpia, una toalla, sabiendo que si dirijo mi mano hacia el interruptor de la pared, una pequeña luz iluminará el dormitorio que me cobija cada noche, así tan fácil como mostrar los dientes, cuando sonríes, así tan vano como pensar que todo esto es normal, cuando no lo es, y caigo en cuenta de ello.

¿Como podría romper una burbuja que considero inexistente?, ¿Como podría saber lo que se siente no poder respirar, si mis pulmones lo hicieron por mí desde el primer instante en el que me trajeron a este planeta?, pues no sé lo que se siente más allá de haber aguantado la respiración alguna vez para nadar, pero no ando consciente de que estos mismos pulmones trabajan por y para mi, todo el tiempo, hasta que dejen de hacerlo.

Así como tomar conciencia de los ojos que me permiten ver lo lindo y lo feo, también me permiten ver el desprecio y el amor, pues los actos hablan mejor que las palabras, las palabras muchas veces son prostituidas y usadas a conveniencia.

Todo el mundo intangible que recorre por mi, ese que no puedo oler ni ver, pero lo siento, todo el tiempo, y puedo visualizarlo, y puede ponerme triste, y puede moverme a algo mejor, puede despertarme y hacerme sonreír, y cantar esa canción que me golpeó el pecho como un frío invierno, eso, me mata, y me da vida.

Veo que todo trabaja, como cualquier fábrica que sólo necesita electricidad para funcionar, todo en su momento, todo a la hora, todo exacto, todo esto es posible sin mi vigilancia. Error.

Esta estructura con cicatrices, arrugas, sobras y faltas, lenta y rápida, viene trabajando sin que me dé cuenta de ello, me hace el favor de levantarme, me pide descanso y agua, me hace notar que la descuidé, y que debe ser mantenida.

Esta misma estructura, funcionando todo el día, todos los días, a toda hora sin descanso, ¿trabaja para qué?, ¿cuál es la meta de este corazón?, ¿cuál es la finalidad de estos cabellos que voy cortando a medida que crecen?, que frustrante avanzar sabiendo que igual te sacarán.

Esta electricidad que pasa por la estructura, este liquido rojo que pasea por la fábrica, como guardián, estuvo viendo a lo largo de estos años todo acontecimiento importante. Seguramente fue el capataz, y como tal, debió llamar la atención y debió otorgar vacaciones. Tengo un buen capataz, todo esto funcionó sin que haya tenido que intervenir, ni llamar a reunión. Error. Ya se por qué algunas veces me siento muy cansada.

Esta vista alzada, esto que guía la estructura, esto que a veces evito considerar, y evito desmenuzar, es quien habla todos los días conmigo, me reporta como vamos, que necesitamos y que es lo que debemos hacer para conseguirlo. Me dice que estamos mal, me dice que algo falta, y me muestra con imágenes aquello que nos lastimó. Soy una Directora que no pidió serlo, sin embargo, ello no me hace sentir mejor. Estoy en el asiento más cómodo y aun así no inspiro, no lidero, y solo ordeno. Qué mal.

Muchas veces decidí enfocarme en esas imágenes, en esos villanos que afectaron esta estructura, y no agradecí a todos aquellos que hacen posible que abra los ojos una vez mas.

Enfoqué la electricidad en maquinaria obsoleta, no invertí en mis necesidades, no puse en mantenimiento todo aquello desgastado, cansado, más al contrario, los hice trabajar más con mis infundadas preocupaciones, mi necesidad de quedarme en el pequeño hueco en el que me tropecé y caí, y sentí más la caída en mis ojos que en mis rodillas, sentí mas mi caída en lo que no puedo ver ni tocar, ahí sentí sangrar, y tras recuperarme, no tuve el valor de pararme, por miedo a volver a caer, miedo a sentir frío en mi pecho, miedo a mi misma.

Decidí llamar a una Asamblea General, de esas Extraordinarias, cual Sociedad llamando a sus socios, pues ya los considero parte mía a todos, y primeramente agradecí por todo el trabajo que estuvieron prestando todos estos años, quejándose lo mínimo, cansándose lo necesario, llevando y trayendo a toda esta estructura donde quisiera, sin cuestionar, muchas veces a lugares equivocados, pero con un simple propósito: poder decir que lo hice, a pesar de los resultados. No cuestionaron las largas noches despierta, las horas extras, las lágrimas por ansiedad y las desilusiones que fueron solo ilusiones desacertadas, y nada más. No me atreví a pedir más, como quien se prueba ante todos para ver quien se esfuerza el doble para quedar bien, no soy yo, no me parece justo jugar con esas cosas, por eso pido lo que necesito, ni más ni menos: somos equipo, vayamos todos juntos hasta donde lleguemos, y prometo dirigirlos de la mejor manera, es decir, tomando a todos en cuenta, tomándome a mi misma en cuenta.

Por esta estructura, por este liquido que corre en todos los ductos, por sentir, ver, oler y saborear, por no agotar, por avanzar, por levantarme, por seguir hasta donde lleguemos es que decido bajarme del tren sin rumbo, porque ahora ya se a donde quiero ir!

Chofer deténgase... que yo me bajo aquí...

Uno de los himnos mas lindos... de Babasonicos.





 
 
 

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